Teología, Biblia y Fe.

Con estas palabras Jesús responde sobre el pago de los tributos, mostrando que tenemos obligaciones con el Estado y con Dios. Las leyes humanas se establecieron para tener un orden, pero si estas leyes entran en conflicto con la ley de Dios rompen con el orden universal, somos ciudadanos de este mundo y por consiguiente tenemos responsabilidades, deberes y derechos que cumplir, de tal manera que reflejen nuestra obediencia, lealtad y fidelidad a Dios, sin que se suscite un conflicto entre nuestras obligaciones para con Dios y las obligaciones para con el mundo. !Dios, que cumplamos las leyes guiados por ti! Amen

Jesús usa la palabra “llamados” como una invitación que extiende para todos y que hay diferentes maneras que la invitación llegue a las personas, sin embargo, los pocos escogidos son los que responden al llamado de Dios, reconociendo que han pecado y creen en él. Es necesario responder a la gracia de Dios libremente para ser parte de su pueblo, ya que es un festejo del que no se excluye a nadie, por eso, no hay excusa para no asistir a la fiesta de la vida, con amor, justicia y paz; en una palabra, no hay excusa para que no nos sintamos invitados. Hoy tu has sido invitado a esta fiesta! ¡Dios, que sea parte de la vida, parte de tu reino! Amen

Está parábola muestra la dureza progresiva de los labradores que golpearon, apedrearon y mataron a los servidores y finalmente al único hijo del dueño de la viña. Aquí Jesús muestra el origen de su autoridad, defiende la autoridad de los profetas y desenmascara a las autoridades que manipulan al pueblo, mostrando a su vez que Dios nos da la oportunidad de salvación, y que él quiere que demos los frutos que debemos dar. ¡Dios, que demos de los frutos que tú has puesto en nosotros ! Amen

Servir a Dios es nuestra promesa, ese es el significado de creer y recibir la comunión. Las acciones hablan más que las palabras, la boca a menudo miente, pero los actos nunca, la parábola señala que podemos echar a perder muy fácilmente lo bueno que digamos y luego no hacerlo, pero que es posible negarnos a hacer algo y luego hacerlo. Lo que aquí aprendemos es que nuestros actos valen más que nuestras palabras. ¡Señor, que nuestras palabras concuerden con las acciones! Amen